Tanto por las características intrínsecas de su teoría y sus tácticas, y
porque frecuentemente estuvo forzado al subterráneo, el anarquismo tuvo
recursos de distinto tipo a los de los demás movimientos. Por ende,
debe uno asumir acercamientos no convencionales para problemas convencionales con el fin de realizar analogías entre el anarquismo y otros movimientos radicales de
izquierda de cambio de siglo, y rescatar así al anarquismo de su
aparente rareza. Por ejemplo, enfocarse en pensadores destacados y
libros influyentes, como se hace con otros movimientos, para trazar la
historia de las ideas del anarquismo puede ser desorientador. Como
remarcó Gerald Brenan, “la real historia del movimiento Anarquista está
contenida no en libros, sino en su prensa diaria y en las memorias de
los Anarquistas vivos.” Algo similar fue señalado tan pronto como en
1899 por Kropotkin, quien destacó que la literatura socialista nunca
había sido rica en libros, mientras que su fuerza principal yacía en
panfletos y periódicos. Si uno quiere entender cómo los trabajadores
aceptan ideales socialistas, argumenta, “no queda nada más que tomar
colecciones de periódicos y leerlo todo... Un mundo completamente nuevo
de relaciones sociales y métodos de pensamiento y acción se revela en
esta lectura, lo que ofrece un entendimiento profundo sobre lo que no
puede ser hallado en ninguna otra parte....”[1]
El asunto de la organización es un caso particular. El estereotipo dice que los anarquistas rechazaban de plano la organización y creían en la esponaneidad, lo que sin dudas, en su forma no calificada, es una postura extraña. Sin embargo el asunto de la organización fue el tópico más fundamental de división de los anarquistas italianos. Ninguna reflexión de este debate se halla en libros, mas el debate se desarrolló ininterrumpido por décadas en la prensa anarquista. De modo similar, del lado práctico, si uno fuese a estudiar la acción colectiva del anarquismo italiano por medio de sus organizaciones en el cuarto de siglo anterior a la Primera Guerra Mundial, hallaría muy poco con qué trabajar. Un intento de corta vida por crear un partido de los anarquistas italianos ocurrió en 1891. La siguiente organización formal de alcance nacional se formó en 1919. Esto no significa que los anarquistas no se organizaron. Significa, en vez, que el historiador debe mirar no solamente las formas tradicionales de organización, sino también una red informal de enlaces entre individuo y grupo para comprender el funcionamiento del movimiento.
[1] Gerald Brenan, El laberinto español: antecedentes sociales y políticos de la guerra civil española, 2d ed. (reimpresión, Cambridge University Press, Canto, 1990), 360; Peter Kropotkin, Memorias de un Revolucionario (Nueva York, 1968), 275.
[1] Gerald Brenan, El laberinto español: antecedentes sociales y políticos de la guerra civil española, 2d ed. (reimpresión, Cambridge University Press, Canto, 1990), 360; Peter Kropotkin, Memorias de un Revolucionario (Nueva York, 1968), 275.
Experiments with Revolution, 1889-1900, Davide Turcato
*Aquí una reseña de Lucas Poy