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何震 (Hé Zhèn): Lo que las mujeres debiesen saber sobre el comunismo (1907)

Traducción al castellano: @rebeldealegre
La vida intelectual de comienzos del siglo veinte en China era una rica mezcla de erudición Confuciana (claramente una tradición que se desvanecía), con una variedad de ideas occidentales — Darwinismo social, feminismo, anarquismo, el pensamiento revolucionario anti-Manchú y otros. El breve ensayo a continuación, de lenguaje simple y directo, apareció en el periódico Justicia Natural [天義 Tianyi], que He Zhen y Liu Shipei publicaban en el exilio en Japón.

¿Qué es lo más importante en el mundo? Comer es lo más importante. Ustedes que son mujeres: ¿qué es lo que hace que una sufra maltratos? Es depender de otros para comer. Veamos a las mujeres más penosas. Hay tres tipos. Están aquellas que terminan como sirvientas. Si su amo quiere golpearles, les golpea. Si quiere insultarles, les insulta. No osan ofrecer la más mínima resistencia, sino que se esclavizan a él desde la mañana hasta la noche. Se levantan a las cuatro en punto y no van a dormir hasta la medianoche. ¿Cuál es la razón? Es simplemente que el amo tiene dinero y dependes de él para comer. 

Hay también mujeres trabajadoras. En todo Shanghai hay fábricas de seda, molinos de algodón, fábricas textiles, y lavanderías. No sé cuántas mujeres han sido contratadas por estos sitios. Ellas también trabajan todo el día hasta el ocaso, y también carecen siquiera de un momento para ellas. Trabajan ciegamente, incapaces de pararse erguidas. ¿Cuál es la razón? Es simplemente que el dueño de la fábrica tiene dinero y dependes de él para comer. 

Hay también prostitutas. Cada día son golpeadas por sus proxenetas. Como sea que sea el cliente, deben servirle si quiere ser servido, o deben apostar con él si quieren apostar. Las personas les menosprecian. Las “pollos salvajes” de Shanghai tienen que pararse en las calles esperando clientes a medianoche en el viento y en la nieve. ¿Cuál es la razón? Es simplemente que ya que tu familia es pobre debes venderte de este modo para comer. 

Aparte de estos tres tipos de persona, hay también concubinas. Deben tragarse su resentimiento no importa cuán mal les trate la primera esposa. Esto también es porque dependen de los hombres para comer. En cuanto a las viudas, muy pocas son de familias ricas y morirán protegiendo su virtud. Muchas son de familias pobres y morirán pues no tienen hijos [que les sustenten] y no pueden volver a casarse. Esto también es por que no tienen qué comer. Pero incluso si sobreviven, sus vidas aún son amargas y entonces buscan activamente morir. En cuanto a las mujeres que trabajan los campos o que crían gusanos de seda, sus vidas también son muy amargas. Las cosas que tienen que hacer son suficientes como para vivir con lo justo. Además, las mujeres que se casan son golpeadas e insultadas por sus esposos o quizás ignoradas, y no se atreven a causar problemas. [Esto] no se debe a que quieran contemplar el rostro de su esposo, sino porque quieren contemplar un plato de arroz. 

Por ende aquellas de nosotras que somos mujeres sufrimos incontables amarguras e incontables males para obtener un plato de arroz. Mis compañeras mujeres: no odien a los hombres! Odien que no tienen comida que comer. ¿Por qué no tienen alimento? Es porque no tienen dinero para comprarlos. ¿Por qué no tienen dinero? Es porque los ricos han robado nuestra propiedad. Han forzado a la mayoría de las personas a la pobreza y el hambre. Miren a las esposas e hijas en las oficinas y mansiones gubernamentales. Viven de forma extravagante sin preocupaciones por tener suficiente para comer. ¿Por qué están ustedes preocupadas cada día por morir de hambre? Las personas pobres son tal como las personas ricas. Piensen en eso por sí mismas; esto debiese producir sentimientos inquietantes. 

Existe ahora un tipo de persona que dice que si las mujeres simplemente tuviesen una profesión, no temerían la inanición. Las familias de clase media, por ejemplo, están enviando a sus hijas a la escuela, ya sea para estudiar un curso general o para aprender un poco de artesanías. Luego si se casan pueden convertirse en profesoras. No necesitarán depender de los hombres para sobrevivir. De igual modo, las familias que son muy pobres están enviando a sus hijas y nueras a trabajar a las fábricas. Mientras estén ahí día tras día, tendrán un modo de sustentarse. No tendrán que convertirse en sirvientas o en prostitutas. Este punto de vista tiene algo de verdad. Sin embargo, como yo lo veo, las escuelas son propiedad y son operadas por ciertas personas, y si enseñas en una escuela, entonces dependes de aquellas personas para poder comer. Las fábricas también son construidas por inversionistas, y si trabajar en una fábrica, dependes de sus dueños para poder comer. 

Mientras dependas de otros, no puedes ser libre. Esto no es muy distinto a aquellos que dependían de otros en eras previas y por lo tanto estaban sujetas a la opresión. ¿Cómo podrían ser llamadas independientes? Además, cuando dependes de una escuela o una fábrica para vivir, ¿no acabarás cesante si cierran o si el patrón decide que tiene demasiados trabajadores o si nadie requiere de tus habilidades? Por lo tanto, en el análisis final, depender de otros es peligroso y no es para nada buena idea...

Tengo una buena idea que te eximirá de depender de otros y aún así podrás encontrar comida en forma natural. ¿Cómo? Practicando el comunismo. Piensa en todas las cosas del mundo. Fueron producidas o bien por la naturaleza o por el trabajo individual. ¿Por qué pueden los ricos comprarlas pero los pobres no? Es porque el mundo intercambia con dinero. Es porque las personas toman las cosas que han comprado con dinero para su uso exclusivo. Si cada mujer comprende que nada es más malvado que el dinero, y todas se unen para cooperar con los hombres y así derrocar completamente a los ricos y poderosos y luego abolir el dinero, entonces absolutamente nada se permitirá poseer privadamente. Todo desde el alimento a la vestimenta y las herramientas se pondrán en un lugar donde las personas — hombres y mujeres por igual, en tanto realicen una pequeña labor — puedan tomar lo que deseen tal como sacar agua del océano. Esto se llama comunismo. En ese momento, no solo seremos libres de depender de otros para el alimento que comer, sino que también el alimento será todo bueno para comer. Será posible tener buenas cosas para vestir, buenas cosas para usar, y buenas cosas para jugar. Piénsenlo: ¿será éste un mejor futuro o no? No les miento. Si solamente nos unimos, con este método [comunismo] podemos tener naturalmente un buen futuro. No hay duda de ello. Como decimos coloquialmente, “vienen los buenos tiempos.” 

Esto es lo que tengo por decir hoy.


天義 Tianyi [Justicia Natural], 1907

[Libro] Luigi Fabbri: Vida de Malatesta

Transcripción y edición: @rebeldealegre

Hoy 14 de Diciembre, en el natalicio de Errico Malatesta (1853–1932), compartimos su biografía; compuesta por la sensible pluma de Luigi Fabbri, quien, desde la posición privilegiada de su relación personal y cercana con él, narra su vida, su obra, y su colosal dimensión humana. Impresa en castellano en Barcelona en el año 1936 por la Guilda de Amigos del Libro,  hemos editado y transcrito la obra para su mejor y más fácil difusión, impresión y lectura.
Salud y Anarquía!

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Errico Malatesta: Contra la Asamblea Constituyente como contra la dictadura

Traducción al castellano: @rebeldealegre
(Adunata, 4 de Octubre de 1930)

Todos tienen el derecho a señalar y defender sus ideas, pero nadie tiene el derecho a tergiversar las ideas de otro para fortalecer las propias.
Después de años sin ver el Martello, el número del 21 de Junio cayó en mis manos. Encontré en él un artículo firmado por X., que habla, de un modo más o menos imaginario,  de un proyecto insurreccional, que supuestamente era promovido por mi, Giulietti y ... D'Annunzio. Del artículo pareciera que alguien más que escribe bajo el nombre de Ursus había escrito antes acerca de tales eventos, pero no pude encontrar su texto.
No importa. No puedo contar ahora cómo ocurrieron realmente los eventos referidos por X. y Ursus, porque este no es el momento correcto para hacerle saber al público, y por ende a la policía, lo que uno pudo haber hecho o intentado hacer. Además, no podría traicionar la confianza que pudo haberme sido depositada por personas que no quisieran ser nombradas ahora. Me puedo sorprender, no obstante, de que estos X. e Ursus, movidos por el deseo de encontrar apoyo a sus tesis tácticas, no se hayan dado cuenta de cuán carente de táctica es involucrar a alguien que usualmente no recibe periódicos, y por ende no sabe lo que se dice de él y no puede responder – añadido a su no sentir deber alguno, como asunto personal, de al menos asumir la responsabilidad por lo que dicen y firmar con nombres reales.
Lo que me importa —y lo que hace que me tome la molestia de señalar dichos artículos — es protestar contra la declaración completamente falsa de que, en momento alguno siquiera de mi actividad política, haya sido yo defensor de la Asamblea Constituyente. El asunto tiene tal importancia teórica y práctica, que podría volverse de actualidad en cualquier momento, y no puede dejar indiferente a nadie que se llame anarquista y quiera actuar como anarquista en toda situación dada.
Para ser preciso, en el momento en que ocurrieron los eventos mal recordados por X. y Ursus, yo estaba esforzándome, con mis palabras y escritos, por luchar contra la fe y la esperanza puesta por muchos subversivos (obviamente no-anarquistas) en la posibilidad de una Asamblea Constituyente.
En ese momento afirmé, como siempre lo hice antes y después, que una Asamblea Constituyente es el medio utilizado por las clases privilegiadas, cuando una dictadura no es posible, ya sea para prevenir una revolución, o, cuando una revolución ya ha estallado, para detener su progreso con la excusa de legalizarla, y retirar muchos de los posibles logros que el pueblo haya obtenido durante el período insurreccional.
La Asamblea Constituyente, con su adormecimiento y sofoco, y la dictadura, con su aplastar y asesinar, son los dos peligros que amenazan a toda revolución. Los anarquistas deben apuntar sus esfuerzos contra ellos.
Por supuesto, ya que somos una minoría relativamente pequeña, es muy posible, e incluso probable, que la próxima revuelta termine en una convocación a una Asamblea Constituyente. Sin embargo, esto no ocurriría con nuestra participación y cooperación. Ocurriría solo contra nuestra voluntad, a pesar de nuestros esfuerzos, simplemente porque no habremos sido lo suficientemente fuertes como para prevenirlo. En este caso, tendremos que ser tan desconfiados e inflexiblemente contrarios a una Asamblea Constituyente como lo hemos sido siempre a los parlamentos ordinarios y a todo otro cuerpo legislativo.

***

Que esto quede claro. Yo no soy defensor del ‘todo o nada.’ Creo que nadie en realidad se comporta de la manera que implica dicha teoría: sería imposible.
Ese es solo un lema usado por muchos para advertir sobre la ilusión de las reformas insignificantes y de supuestas concesiones del gobierno y los patrones, y para siempre recordar sobre la necesidad y la urgencia del acto revolucionario: es una frase que puede servir, si se interpreta holgadamente, como un incentivo a una lucha sin cuartel contra todo tipo de opresores y explotadores. Sin embargo, si se toma literalmente, es llanamente un absurdo.
El ‘todo’ es el ideal que se torna más lejano y más amplio a medida que se realizan progresos, y por ende nunca puede alcanzarse. El ‘nada’ sería cierto estado abismalmente incivilizado, o al menos una sumisión supina a la opresión presente.
Creo que uno debe tomar todo lo que pueda tomarse, ya sea mucho o poco: hacer lo que sea posible hoy, mientras siempre luchar por hacer posible lo que hoy parece imposible.
Por ejemplo, si hoy no podemos deshacernos de todo tipo de gobierno, esta no es buena razón para no tomar interés en defender las pocas libertades adquiridas y luchar por obtener más de ellas. Si ahora no podemos abolir completamente el sistema capitalista y la explotación resultante de los trabajadores, esta no es buena razón para abandonar la lucha por obtener mayores salarios y mejores condiciones de trabajo. Si no podemos abolir el comercio y reemplazarlo por el directo intercambio entre productores, esta no es buena razón para no buscar los medios para escapar de la explotación de negociantes y especuladores tanto como sea posible. Si el poder de los opresores y el estado de la opinión pública previenen ahora la abolición de las prisiones y la provisión a todos de defensa contra los malhechores con medios más humanos, no por esto perderíamos interés en una acción por abolir la pena de muerte, la prisión perpetua, el confinamiento cerrado y, en general, los más feroces medios de represión con los que la así llamada justicia social, pero que equivale a una venganza salvaje, es ejercida. Si no podemos abolir la policía, no por eso permitiríamos, sin protestar y resistir, que los policías golpeen a los prisioneros y se permitan todo tipo de excesos, sobrepasando el límite prescrito por las leyes vigentes mismas…
Termino aquí, pues hay miles y miles de casos, tanto en la vida individual como en la social, en los que, siendo incapaces de obtener ‘todo’, uno debe intentar obtener tanto como sea posible.
En este momento, surge la pregunta de importancia fundamental sobre el mejor modo de defender lo que uno ha obtenido y luchar por obtener más; pues hay un modo que debilita y mata al espíritu de independencia y la consciencia del derecho propio, comprometiendo así el futuro y el presente mismo, mientras hay otro modo que utiliza toda pequeña victoria para hacer mayores demandas, preparando así las mentes y el ambiente para la ansiada emancipación total.
Lo que constituye la raison d'etre característica del anarquismo es la convicción de que los gobiernos —dictaduras, parlamentos, etc. — son siempre instrumentos de conservación, reacción, opresión; y de que la libertad, la justicia, el bienestar para todos debe venir de la lucha contra la autoridad, desde la libre iniciativa y el libre acuerdo entre individuos y grupos. 

***

Un problema preocupa a muchos anarquistas hoy en día, y justamente.
Puesto que encuentran insuficiente trabajar en la propaganda abstracta y en la preparación técnica revolucionaria, que no siempre es posible y se hace sin saber cuándo será fructífera, buscan algo práctico que hacer aquí y ahora, para cumplir tanto como sea posible con nuestras ideas, a pesar de las condiciones adversas; algo que moralmente y materialmente ayuda a los anarquistas mismos y que al mismo tiempo sirve de ejemplo, de escuela, de campo experimental.
Las propuestas prácticas vienen de varios lados. Son todas buenas para mí, si apelan a la libre iniciativa y a un espíritu de solidaridad y justicia, y tienden a alejar a los individuos de la dominación del gobierno y del patrón. Y para evitar perder tiempo en discusiones continuamente recurrentes que nunca traen nuevos hechos o argumentos, alentaría a quienes tengan un proyecto a que intenten cumplirlo inmediatamente, tan pronto como encuentren el apoyo del mínimo número necesario de participantes, sin esperar, usualmente en vano, por el apoyo de todos o de muchos: la experiencia mostrará si esos proyectos eran factibles, y dejará que los vitales sobrevivan y prosperen.
Que todos intenten los caminos que consideren mejores y más adecuados a su temperamento, tanto hoy con respecto a las cosas pequeñas que pueden hacerse en el ambiente presente, como mañana en el vasto terreno que ofrecerá la revolución a nuestra actividad. En cualquier caso, lo que es lógicamente obligatorio para todos nosotros, si no queremos dejar de ser realmente anarquistas, es nunca entregar nuestra libertad en manos de la dictadura de un individuo o clase, un déspota o una Asamblea Constituyente; pues de lo que nosotros depende, nuestra libertad debe encontrar su cimiento en la igual libertad de todos.




Gustav Landauer: Revolución del Espíritu (1919)

Traducción al castellano: @rebeldealegre

A lo largo de la Primera Guerra Mundial, Gustav Landauer había tomado una consistente posición anti-guerra. A comienzos de 1918, comenzaron en Alemania huelgas masivas contra la guerra. Los escritos de Landauer rápidamente tuvieron popularidad, especialmente su publicación de 1911, Por el Socialismo. A fines de Octubre de 1918, rompieron motines navales en Kiel, y en Noviembre se formaron asambleas de obreros y de soldados. Mientras la mayoría Social Demócrata proclamó una república, anticipándose a los socialistas radicales, liderados por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. Landauer fue a Bavaria, donde el socialista independiente, Kurt Eisner, había ya proclamado una república social. Landauer se unió al anarquista Erich Mühsam (1868-1934) en el apoyo a un Consejo Revolucionario de Trabajadores que abogaba por una democracia directa de consejos obreros de amplia base en oposición a la democracia parlamentaria. Al contrario de los Marxistas radicales involucrados en el movimiento de consejos, que llamaron a la “dictadura del proletariado”, Landauer argumentó que los consejos debían incluir a todos los miembros de la comunidad y llamó a “la abolición del proletariado como clase distinta” ­(Eugene Lunn, Prophet of Community: The Romantic Socialism of Gustav Landauer, Berkeley: University of California, 1973, pág. 301). En Enero de  1919, la revuelta “Espartaquista” fue aplastada en Berlín, y Liebknecht y Luxemburg fueron asesinados por las fuerzas militares. El movimiento del consejo revolucionario siguió en Bavaria, con Landauer adoptando un rol activo. Eisner fue asesinado en Febrero de 1919. Los Social Demócratas intentaron establecer un nuevo gobierno en Marzo de 1919 y apoyaron la represión violenta de las protestas callejeras. Cuando tres manifestantes fueron asesinados por las fuerzas de seguridad con la aprobación de los Social Demócratas, Landauer comentó, “En toda la historia natural no conozco criatura más repulsiva que el Partido Social Demócrata” (como lo cita Lunn, pág. 321). El gobierno Social Demócrata se retiró a Nuremberg y en Abril de 1919 fue declarada en Munich una República de los Consejos. Landauer participó en la República de los Consejos, pero duró por solo una semana; los Comunistas tomaron entonces el poder después de un intento de golpe por parte de las tropas leales al gobierno Social Demócrata. ­Al comienzo Landauer ofreció su apoyo a los Comunistas, que éstos rechazaron, pero cuando fue claro que su intención era adoptar los métodos autoritarios de los Blocheviques, Landauer retiró su oferta. Dos semanas más tarde fue golpeado brutalmente y baleado hasta la muerte por tropas reaccionarias enviadas por el gobierno central Social Demócrata en Berlín para aplastar la revolución Bávara. Cientos de otras personas fueron también masacradas. El ministro de defensa nacional Social Demócrata, Gustav Noske, felicitó al comandante de las tropas por el “discreto y completamente exitoso modo en que ha conducido usted sus operaciones en Munich” (como lo cita Lunn, pág. 340).
Los siguientes extractos son del prólogo a la segunda edición de
Por el Socialismo, que Landauer escribió en Munich a comienzos de Enero de 1919 mientras aún había esperanzas de genuina transformación revolucionaria por líneas anarquistas comunitarias. La traducción de David j. Parent es de la editorial Telos Press (St. Louis, 1978).


El gobierno ha colapsado; el socialismo es la única salvación. Ciertamente éste no resultó del florecimiento del capitalismo; es el heredero y el hijo repudiado esperando en la puerta tras la cual se pudre el cadáver de su padre no natural. Tampoco puede el socialismo ser añadido al bello cuerpo de la sociedad como cumbre de riqueza nacional y una suntuosa economía; debe ser creado casi de la nada en medio del caos. Desesperado llamé al socialismo; pero de esa desesperación rescaté gran esperanza y dichosa resolución, y la desesperanza que yo y mis semejantes cargamos en nuestros corazones no se ha vuelto una condición permanente.  Que aquellos que ahora deben comenzar la labor de construcción no carezcan de esperanza, de un deseo de trabajar, de conocimiento, y de una creatividad duradera.
Todo lo dicho aquí acerca del colapso aplica por completo solo a Alemania en el presente y a las naciones que, voluntariamente o no, han compartido su destino. Como se dijo, no es el capitalismo como tal el que ha colapsado por virtud de su inmanente imposibilidad, sino el capitalismo de un grupo de naciones, que actúan en conjunto con autocracia y militarismo, y que han sido arruinadas por el capitalismo administrado liberalmente de otra región militarmente más débil y capitalistamente más fuerte, en final conjunción con la erupción volcánica de la ­ira popular de su propio pueblo. No predeciré cuándo y en qué forma ocurrirá el colapso del otro representante más astuto del capitalismo y el imperialismo. Las causas sociales necesarias para que ocurra cualquier revolución están presentes en todas partes. Sin embargo, la necesidad de liberación política, la única razón para que una revolución se mueva hacia un fin y se vuelva más que una revuelta, tiene fuerza variable en aquellos países que han experimentado revoluciones políticas democráticas. Lo siguiente parece ser evidente: mientras más movilidad política libre existe en un país, y mayor la adaptabilidad de las instituciones del gobierno a la democracia, más terrible e improductiva, sin embargo, será la lucha cuando la adversidad, la injusticia y la degradación social finalmente generen el fantasma de una revolución y, en consecuencia una demasiado real guerra civil, si no se toman los pasos para establecer el socialismo inmediatamente...
Pues la revolución puede solo ser política. No obtendría el apoyo de las masas esclavizadas si éstas no desearan también liberarse de la opresión social y de la penuria económica. Sin embargo, la transformación de las instituciones sociales, de las relaciones de propiedad, del tipo de economía, no pueden venir por vía de la revolución. En estos asuntos, los actos desde abajo solo pueden sacudir, destruir y abandonar algo; los actos desde arriba, incluso por parte de un gobierno revolucionario, pueden solo abolir y comandar, mientras que el socialismo debe construirse, erigirse, organizarse desde un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu prevalece poderosa y ardientemente en la revolución. Los robots se vuelven personas. Las personas frías, sin imaginación, se encienden de entusiasmo. El status quo completo, incluyendo las opiniones, positivas y negativas, es puesto en duda. La razón, que antes solo se centraba en el interés egoísta, se vuelve pensamiento racional y miles de personas se sientan o caminan inquietos en sus cuartos, por primera vez en sus vidas forjando planes para el bienestar común. Todo se vuelve accesible a los buenos. El increíble milagro es traído al ámbito de la posibilidad. La realidad que de otro modo está oculta en nuestras almas, en las estructuras y ritmos del arte, en las estructuras de fe de la religión, en el sueño y el amor, en miembros danzantes y miradas con fulgor, ahora presiona por su plenitud. Sin embargo, el tremendo peligro sigue siendo que el viejo  modo rutinario y la imitación vacía tomen posesión de los revolucionarios y les convierta en radicales superficiales y sin cultura, con retórica resonante y gestos violentos, quienes ni saben, ni quieren saber, que la transformación de la sociedad puede solo venir en el amor, el trabajo, y el silencio.
Ignoran además otro asunto, a pesar de las experiencias de  revoluciones pasadas. Todas estas revoluciones fueron una gran renovación, un refresco burbujeante, un punto alto de las naciones; pero sus resultados permanentes fueron leves. En últimas trajeron un cambio solo en la forma de des-empoderamiento político. La libertad, madurez, honesto orgullo, auto-determinación política y una coherencia orgánica, corporativa de las masas, desde un espíritu unificador, de asociaciones voluntarias en la vida pública – esto solo puede lograrse mediante un gran ajuste, mediante la justicia económica y social, mediante el socialismo.
¿Cómo podría haber un bien común de comunidades verdaderas en nuestra era, en la que el cristianismo afirma la igualdad de todos los hijos del hombre, en origen, derechos y destino; cómo podría haber una vida pública libre, empapada del espíritu abarcador y dinámico de las personas progresivas entusiastas, si la esclavitud, el desheredamiento y el ostracismo persisten en cualquier forma y disfraz?
La revolución política que lleva al espíritu al poder y le torna en imperativo e implementación decisiva, puede despejar la vía para el socialismo, para un cambio de condiciones por medio de un espíritu renovado. Pero los decretos pueden, a lo más, incorporar a las personas como esclavos del gobierno en una nueva economía de tipo militar; el nuevo espíritu de justicia debe crear sus propias formas de economía. La idea debe abrazar las necesidades del momento dentro de su visión de amplio rango y darles forma enérgicamente. Lo que antes era solo un ideal, es realizado por el trabajo de la renovación nacida de la revolución.
La necesidad de socialismo está aquí. El capitalismo está colapsando. Ya no funciona. La ficción de que el capital funciona ha explotado como burbuja; lo único que atraía al capitalista a este tipo de trabajo, a este riesgo de su fortuna y el liderazgo y administración de la empresa, llámese el lucro, ya no le atrae. La era de la habilidad lucrativa del capital, del interés y la usura, se acabó; los dementes lucros de guerra eran una danza de la muerte. Si nosotros no hemos de perecer en nuestra Alemania, de perecer real y literalmente, la única salvación es el trabajo, real trabajo hecho, realizado y organizado por un espíritu altruista, fraternal. Deben desarrollarse nuevas formas de trabajo, libres de un tributo pagable al capital, creando sin cesar nuevos valores y nuevas realidades, cosechando y transformando los productos de la naturaleza para las necesidades humanas. La era de la productividad del trabajo está comenzando; de otro modo habremos llegado al final de la línea.
La tecnología ha puesto las fuerzas naturales, tanto largamente conocidas como recién descubiertas, al servicio de las personas. Mientras más personas cultiven la tierra y transformen sus productos, más rica la cosecha. La humanidad puede vivir con dignidad y sin cuidado. Nadie necesita ser esclavo de nadie, nadie necesita ser excluido y desheredado. El trabajo, el medio de vida, no necesita volverse un arduo tormento. Todos pueden vivir en apertura de espíritu, alma, juego, y dios.
Las revoluciones y su dolorosamente larga y opresiva pre-historia nos enseñan que solo la más extrema angustia, solo la sensación de total desesperación lleva a las masas a la razón, a la razón que, para sabios y niños, siempre viene naturalmente; ¿qué horrores, ruinas, penurias, flagelos, plagas, conflagraciones y salvajes crueldades hemos de esperar, si aún en esta hora fatídica, la razón, el socialismo, el liderazgo espiritual y la conformidad con el espíritu no entran en las mentes de las personas?
…Nuestra revolución puede y debe distribuir las tierras a gran escala. Puede y debe crear una nueva y revitalizada población en los campos, pero ciertamente no puede dar dicha a la clase capitalista en el trabajo y la empresa. Para los capitalistas, la revolución es solo el final de la guerra: colapso y ruina. Los capitalistas, sus administradores industriales y sus comerciantes pierden no solo sus ingresos sino también perderán sus materias primas y su mercado mundial. Aún más, el componente negativo del socialismo está ahí y no hay poder que pueda removerlo de la tierra: la completa, hora a hora poca disposición creciente de los trabajadores, de hecho  su inhabilidad psíquica, a seguir contratándose a sí mismos bajo condiciones capitalistas.

El socialismo, entonces, debe ser construido; debe ser puesto en operación en medio del colapso, en condiciones de angustia, crisis, improvisaciones. Gritaré ahora desde los tejados cómo desde la necesidad más grande la más grande virtud debe establecerse, y las nuevas corporaciones de trabajo desde la caída del capitalismo y las urgentes necesidades de las masas vivientes. No fallaré en reprender a los proletarios de la industria, quienes se consideran a sí mismos los únicos trabajadores, por su estrechez de mente, la salvaje obstinación, intransigencia y crudeza de su vida intelectual y emocional, su responsabilidad e incapacidad de una positiva organización económica y de liderazgo de emprendimientos. Al absolver a las personas de la culpa y declararlas criaturas de condiciones sociales uno no les vuelve productos de la sociedad distintos del que son, mientras el nuevo mundo será construido no con las causas de las personas sin con las personas mismas.
… El socialismo es posible y necesario en toda forma de economía y tecnología. No tiene uso para la tecnología industrial y mercantil del capitalismo ni para la mentalidad que produjo esta monstruosidad. Ya que el socialismo debe comenzar y ya que la realización del espíritu y la virtud nunca es masiva y normal sino que resulta solo del auto-sacrificio de los pocos y de la nueva aventura de los pioneros, el socialismo debe liberarse de la ruina de la pobreza y la dicha en el trabajo. Por el socialismo debemos volver a la vida rural y a una unificación de la industria, la producción artesanal y la agricultura, para salvarnos y aprender la justicia y la comunidad. Lo que Piotr Kropotkin nos enseñó sobre los métodos de cultivación intensiva de los suelos y la unificación del trabajo intelectual y manual en su importante y ahora famoso libro Campos, Fábricas y Talleres, como también la nueva forma de cooperativa de crédito y monetaria deben ser probadas ahora en nuestra más drástica necesidad y con placer creativo.
La necesidad requiere, voluntariamente pero bajo la amenaza de la hambruna, un nuevo comienzo y construcción, sin los cuales estamos perdidos.
Permítanme una última palabra, la más seria. Si convertimos la mayor de las penurias en la mayor de las virtudes y transformamos el trabajo de emergencia vuelto necesario por la crisis en el comienzo provisional del socialismo, nuestra humillación se abonará   a nuestro honor. Ignoremos el asunto de cómo nuestra república socialista, surgiendo de la derrota y la ruina, se parará entre las naciones victoriosas y los poderosos países dedicados actualmente al capitalismo. No mendiguemos, no temamos nada, no nos estremezcamos. Actuemos entre las naciones, como Job activado por su sufrimiento, abandonado por dios y el mundo para servir a dios y al mundo. Construyamos nuestra economía y las instituciones de nuestra sociedad de modo que podamos regocijarnos en el trabajo y la vida digna. Una cosa es cierta: cuando las cosas vayan  bien con nosotros en la pobreza, cuando nuestras almas estén a gusto, las personas pobres y honorables en todas las otras naciones, en todas ellas seguirán nuestro ejemplo. Nada, nada en el mundo tiene un poder de conquista tan irresistible como el que tiene la bondad. Eramos políticamente retrasados, éramos los lacayos más arrogantes y provocadores; el daño que resultó para nosotros con la inevitabilidad del destino nos ha indignado contra nuestros amos, nos movió a la revolución. Entonces de un solo golpe, es decir del que nos golpeó a nosotros, asumimos el liderazgo. Hemos de liderar la vía al socialismo; ¿cómo más podríamos liderar que por medio del ejemplo? El caos está aquí. Nuevas actividades y agitación están en el horizonte. Las mentes están despertando, las almas se alzan a la responsabilidad, las manos toman la acción. Que la revolución traiga un renacer. Que, dado que necesitamos nada más que personas nuevas y no corrompidas que se levanten de la oscuridad y las profundidades desconocidas, que estos renovadores, purificadores, salvadores no falten en nuestra nación. Que viva la revolución, y que crezca y ascienda a nuevos niveles en duros y maravillosos años. Que las naciones se empapen con el nuevo y creativo espíritu de nuestra tarea, de las nuevas condiciones, de las prístinas, eternas e incondicionales profundidades, el nuevo espíritu que realmente crea las nuevas condiciones. Que la revolución produzca religión, una religión de acción, vida, amor, que haga felices a las personas, les redima y supere situaciones imposibles. ¿Qué importa la vida? Moriremos pronto, todos morimos, no vivimos en absoluto. Nada vive sino lo que hacemos de nosotros, lo que hacemos con nosotros. La creación vive; no la criatura, solo el creador. Nada vive sino la acción de las manos honestas y de la gestión de un puro, genuino espíritu. 


Errico Malatesta: Acerca de mi juicio: ¿Lucha de clases u odio de clases?

Traducción al castellano: @rebeldealegre
 

Un hermoso texto de Malatesta que habíamos compartido antes a través de la Biblioteca Anarquista. Es una traducción paralela a la que ya existía en el Archivo Errico Malatesta. Para complementar al amor desplegado en el artículo, es bueno recordar la profundidad espiritual del maestro anarquista italiano, según las palabras de Rudolf Rocker en el segundo tomo de su autobiografía "En la Borrasca": «Me lo había imaginado siempre un hombre de talla gigantesca, como Bakunin. Mi sorpresa no fue pequeña cuando vi ante mí a un hombre bajo, algo flaco, cuya apariencia física no correspondía de ningún modo a mis presentimientos. Sin embargo, aun cuando Malatesta no era el gigante que había creado mi imaginación, su rostro de finos contornos, expresivo, causó una profunda impresión en mí. La soberbia cabeza con el negro cabello frondoso y los ojos vivos, chispeantes, de los que irradiaba tanta bondad de corazón como energía indomable, hacía que fuese inolvidable para el que le ha visto una vez. El rostro pálido, cuya expresión varonil era realzada más aún por la corta y tupida barba, mostraba decisión tranquila y una rica vida espiritual interior. Se sentía a la primera mirada la energía secreta de una personalidad de gran aliento, que no se perdía nunca en cuestiones accesorias y tenía siempre en vista un gran objetivo» 


Le expresé al jurado en Milán algunas ideas acerca de la lucha de clases y el proletariado que provocaron críticas y asombro. Es mejor que vuelva a aquellas ideas.

Protesté con indignación contra la acusación de incitación al odio; expliqué que en mi propaganda siempre he buscado demostrar que los males sociales no dependen de la maldad de un amo u otro, un gobernador u otro, sino más bien de los amos y los gobiernos como instituciones; por lo tanto, la solución no radica en cambiar de gobernantes, sino que es necesario demoler el principio mismo mediante el cual dominan los hombres sobre los hombres; también expliqué que siempre he resaltado que los proletarios no son individualmente mejores que los burgueses, como lo demuestra el hecho de que un trabajador se comporte como un simple burgués, y aún peor cuando llega por algún accidente a una posición de riqueza y mando. 

Tales declaraciones fueron distorsionadas, falsificadas, puestas en aspecto desfavorable por la prensa burguesa, y la razón es clara. El deber de la prensa pagada, para defender los intereses de la policía y los tiburones, es ocultarle al público la verdadera naturaleza del anarquismo y buscar acreditar el cuento de que los anarquistas están llenos de odio y de que son destructores; la prensa hace esto por deber, pero tenemos que reconocer que a menudo lo hacen de buena fe, por pura y simple ignorancia. Desde que el periodismo, que alguna vez fue una vocación, se descompuso en mero trabajo y negocio, los periodistas han perdido no sólo su sentido ético, sino también la honestidad intelectual de abstenerse de hablar de lo que no saben. 

Olvidémonos de escritorzuelos, entonces, y hablemos de aquellos que difieren de nosotros en sus ideas y, a menudo sólo en su forma de expresar las ideas, pero aún siguen siendo nuestros amigos, porque apuntan sinceramente al mismo objetivo que nosotros. 

El asombro en esta gente es completamente inmotivado, tanto es así que yo tiendo a pensar que es fingido. No pueden ignorar que he venido diciendo y escribiendo estas cosas durante cincuenta años, y que las mismas cosas han sido dichas por cientos y miles de anarquistas, en mi propio tiempo y antes que yo. 

Hablemos más bien del desacuerdo. 

Existen personas “orientadas-al-trabajador”, que consideran que tener manos callosas es algo divinamente imbuido de todos los méritos y todas las virtudes; protestan si alguien se atreve a hablar de las personas y de la humanidad, sin jurar en el nombre sagrado del proletariado.
Ahora, es verdad que la historia ha hecho del proletariado el principal instrumento del próximo cambio social, y que aquellos que luchan por el establecimiento de una sociedad en la que todos los seres humanos sean libres y estén dotados de todos los medios para ejercer su libertad, deben depender principalmente del proletariado. 

Puesto que hoy el acaparamiento de los recursos naturales y del capital creado por el trabajo de generaciones pasadas y presentes es la principal causa de la sumisión de las masas y de todos los males sociales, es natural que aquellos que no tienen nada estén, de forma más directa y clara, interesados en compartir los medios de producción, y sean los principales agentes de la necesaria expropiación. Por eso dirigimos nuestra propaganda con mayor particularidad a los proletarios, cuyas condiciones de vida, por otro lado, les hace a menudo imposible levantarse y concebir un ideal superior. Sin embargo, este no es motivo para convertir al pobre en un fetiche simplemente porque es pobre; ni es una razón para alentarlo a creer que es intrínsecamente superior, y que alguna condición que con seguridad no provenga de su mérito o su voluntad, le da el derecho a hacer mal a los demás porque los otros le hicieron mal a él. La tiranía de las manos callosas (que en la práctica sigue siendo la tiranía de algunos que ya no tienen las manos callosas, aunque alguna vez las tuvieran), no sería menos dura y malvada, y no conllevaría males menos durables que la tiranía de los guantes. Tal vez sería menos ilustrada y más brutal: eso es todo.

La pobreza no sería la cosa horrible que es, si ésta no produjera embrutecimiento moral, como también daño material y degradación física, cuando se prolonga de generación en generación. El pobre tienen defectos distintos a aquellos producidos en las clases privilegiadas por la riqueza y el poder, pero no mejores. 

Si la burguesía produce a unos Giolitti y Graziani y una larga sucesión de torturadores de la humanidad, desde los grandes conquistadores hasta los ruines patrones ávidos y chupasangres, ésta también produce a unos Cafiero, Reclus y Kropotkin, y a la multitud de personas que, en toda época sacrificaron sus privilegios de clase por un ideal. Si el proletariado ha dado y da tantos héroes y mártires a la causa de la redención humana, también produce a las guardias blancas, a los matarifes, a los traidores de sus propios hermanos, sin los cuales la tiranía burguesa no podría durar un solo día.
¿Cómo puede el odio ser elevado a un principio de justicia, a un ilustrado espíritu de demanda, cuando es claro que el mal está por todas partes, y que depende de causas que van más allá de la voluntad y responsabilidad individual? 

Que haya tanta lucha de clases como uno desee, si por lucha de clases entendemos la lucha de los explotados contra los explotadores por la abolición de la explotación. Esa lucha es una forma de elevación moral y material, y es la principal fuerza revolucionaria en la que se pueda tener confianza.
Que no haya odio, sin embargo, porque el amor y la justicia no pueden surgir del odio. El odio trae la venganza, el deseo de estar sobre el enemigo, una necesidad de consolidar la propia superioridad. El odio sólo puede ser el cimiento de nuevos gobiernos, si uno gana, pero no puede ser la base de la anarquía. 

Lamentablemente, es fácil comprender el odio de tantos desdichados cuyos cuerpos y sentimientos son atormentados y rentados por la sociedad: sin embargo, tan pronto como el infierno en que viven es iluminado por un ideal, el odio desaparece y se asoma un ardiente deseo de lucha por el bien de todos. 

Por esta razón no pueden hallarse personas que realmente odien entre nuestros compañeros, aunque hay muchos retóricos del odio. Son como el poeta, que es un padre bueno y pacífico, pero que canta sobre el odio, porque esto le da la oportunidad de componer buenos versos... o tal vez malos. Hablan de odio, pero su odio está hecho de amor.

Por esta razón los amo, incluso cuando me insultan.

Bakunin Básico

 
Cuadernillo de la Anarchist Federation de Londres
sobre conceptos básicos de Mikhail Bakunin
Traducción al castellano: @rebeldealegre
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何震 (Hé Zhèn): Liberación de las mujeres (1907)

Hé Zhèn 何震
Traducción al castellano: @rebeldealegre
A comienzos del siglo 20, las ideas anarquistas comenzaron a circular en China y entre los intelectuales y estudiantes chinos en todas partes. Hé Zhèn 何震 fue una anarquista feminista china que vivía en Tokio y quien, junto a su marido, Liu Shipei (1884-1919), fundaron la Sociedad para el Estudio del Socialismo en 1907. Juntos publicaron uno de los primeros periódicos anarquistas chinos, Justicia Natural [天義 Tianyi]. La posición de las mujeres en la sociedad china se convertiría en un asunto importante para los anarquistas de la región. En ese entonces, el vendaje de pies y el concubinato eran aún prácticas comunes. Los siguientes extractos son de su artículo “Problemas de la Liberación de las Mujeres,” publicado originalmente en Justicia Natural en Septiembre y Octubre de 1907. La traducción (al inglés) es de Hsiao-Pei Yen de la Universidad de Oregon (Departamento de Historia).


El mundo en los últimos miles de años ha sido un mundo construido por la jerarquía de clases y dominado por los hombres. Para mejorar el mundo, necesitamos eliminar el sistema de dominación masculina y practicar la igualdad de modo que hombres y mujeres compartan el mundo juntos. Todos estos cambios comienzan con la liberación de la mujer.
Por miles de años, la estructura social de China ha forzado a las mujeres a ser esclavas sumisas. En tiempos antiguos, las mujeres eran tratadas como propiedad de los hombres. Para prevenir la promiscuidad, los hombres establecieron enseñanzas morales que resaltaban la diferencia entre los sexos. Con el tiempo, la diferencia entre hombres y mujeres fue vista como ley natural. Las mujeres fueron confinadas a sus dependencias privadas, rara vez podían viajar . . . la responsabilidad de las mujeres ha sido limitada a criar los hijos y ocuparse del hogar.

La religión china cree que los descendientes contienen en sí los espíritus de los ancestros, así las personas piensan que la procreación es una manera de lograr la inmortalidad. El sistema político chino trata a la descendencia como propiedad, de modo que las personas consideran la procreación como un medio de obtener riqueza. Por lo tanto, con la religión y el sistema político apoyando la indulgencia sexual de los hombres, éstos tratan a las mujeres como una herramienta para lo reproducción humana.

Además, los hombres chinos rara vez están dispuestos a lidiar con quehaceres triviales del hogar; en vez, hacen que las mujeres hagan todo el trabajo físico así como también se encarguen del cuidado de  los hijos. Hay otras causas que hacen de la crianza de los hijos y de la ocupación del hogar la carrera de toda la vida de una mujer. Primero, los hombres tratan a las mujeres como su propiedad privada. Segundo, el bajo estándar de vida en tiempos pre-modernos hacía que solo el trabajo del hombre fuese suficiente para alimentar a la familia, de manera que las mujeres de familias pudientes casi nunca tenían más trabajo que criar a los hijos y ocuparse del hogar. Así todos los vicios de la esclavitud y el ocio se congregan en torno a las mujeres . . . Solo en las familias pobres las mujeres dependen a menudo de sí mismas para vivir. Trabajan en los campos; son contratadas como sirvientas; o en el peor de los casos, se vuelven prostitutas. Aquellas mujeres, aunque están menos confinadas físicamente, nunca logran liberación espiritual. Por cierto, aquellas que obtienen liberación física son en realidad las más explotadas, las más humilladas, y las más degradadas. . .

Los hombres quieren evitar la liberación de las mujeres porque temen que la liberación lleve a la conducta promiscua de éstas. Mientras más restricciones impongan los hombres sobre las mujeres, más fuerte se torna el deseo de ellas por la transgresión. Tomarán toda oportunidad disponible para desatarse. De modo similar a que, aunque el robo esté prohibido, una vez que el ladrón comprende el valor del objeto, el deseo de robarlo se verá fortalecido. Así, es el confinamiento, no la liberación, lo que lleva al adulterio en la mujer. ¿Cómo pueden los chinos decir que la liberación vuelve promiscua a las mujeres? No entienden la causa real. Mientras más prohiben la liberación de la mujer, más se degeneran las virtudes femeninas. Es por esto que las mujeres chinas no avanzan. . .

La liberación verdadera significa libertad completa de todo confinamiento. El sistema contemporáneo de matrimonio occidental está delimitado por condiciones de poder, riqueza, la moral, y la ley. Aunque se diga que el matrimonio es voluntario, ¿acaso todos los hombres y mujeres en occidente se casan por amor? A menudo los  hombres seducen a las mujeres con su riqueza; las mujeres de familias adineradas también pueden atraer a más pretendientes. A veces, hombres ricos incluso fuerzan a mujeres pobres a casarse con ellos. Este es el confinamiento del matrimonio por la riqueza. En algunos casos, hombres se casan con mujeres de historial prestigioso como un medio para su ascenso; en otros casos, hombres de prestigio y mujeres de bajo estatus social no pueden casarse por sus diferencias de clase. Este es el confinamiento del matrimonio por el poder. Simplemente no existe el matrimonio libre! . . . Aunque las mujeres reciben la misma educación que los hombres en las sociedades modernas gobernadas por la ley, rara vez tienen la oportunidad de estudiar política o leyes, para qué mencionar enrolarse en el ejército o en las academias de policía. Aunque se dice que las mujeres tienen iguales oportunidades que los hombres en el Estado moderno gobernado por la burocracia, éstas no tienen cargos públicos. La igualdad de sexos existe solo de nombre.

La liberación de las mujeres debiese traer a éstas el disfrute de la verdadera igualdad y libertad. El sistema occidental hoy solo lleva de nombre libertad e igualdad a las mujeres. La libertad que claman tener no es verdadera libertad, sino falsa libertad! La igualdad es falsa igualdad!

Sin libertad verdadera, las mujeres carecen de total desarrollo; sin igualdad verdadera, los derechos humanos no son disfrutados por todos. Las mujeres asiáticas, asombradas por el desarrollo de la civilización occidental, creen que las mujeres occidentales son libres y comparten total libertad e igualdad con los hombres. Quieren seguir los pasos de las mujeres occidentales.

Ay! Como estamos en la era de la revolución de las mujeres, no quiero que tengan ellas solo la falsa libertad y la falsa igualdad; espero fuertemente que las mujeres obtengan verdadera libertad y verdadera igualdad!

En años recientes, las personas comenzaron a buscar la liberación de las mujeres en la sociedad china. La liberación de las mujeres puede ser alcanzada ya sea activamente o pasivamente. ¿Qué quiere decir alcanzar la liberación activamente? Es cuando las mujeres luchan por y defienden su propia liberación. ¿Qué quiere decir alcanzar la liberación pasivamente? Es cuando la liberación es ofrecida a las mujeres por parte de los hombres. La liberación de las mujeres chinas hoy ha sido principalmente promovida mediante el modo pasivo. Cuando la mayoría de los defensores del movimiento de liberación de las mujeres son hombres, las mujeres no obtienen tanto como los hombres. ¿Por qué los hombres, que en el pasado promovían profundamente el confinamiento femenino y la constricción femenina, se han volcado a apoyar la liberación de las mujeres y la igualdad de sexos en los años recientes? Hay tres explicaciones. Primero, los hombres chinos veneran el poder a secas. Creen que China debiese seguir el sistema de las principales fuerzas civilizadoras del mundo, como Europa, América, y Japón. Si los hombres chinos prohíben la práctica del vendaje de pies entre sus esposas e hijas, las ponen en la escuela, y las educan, entonces China se consideraría civilizada. Los hombres chinos disfrutarían la fama de la civilización, así también sus familias. Cuando aquellos hombres “civilizados” aparezcan en público con sus esposas e hijas “civilizadas”, serán aplaudidos por su logro. ¿Acaso esos hombres promueven la liberación de las mujeres por el bien de las mujeres? Solo usan a las mujeres para lograr su propia fama. Su preocupación egoísta prueba que tratan a las mujeres como su propiedad privada. Su el desarrollo de las mujeres no afectase a su reputación, no estarían tan interesados en la liberación de éstas. La privatización de las mujeres por parte de los hombres chinos se manifestó primero en su esfuerzo por confinarlas en la antigua sociedad tradicional; y se demuestra ahora en su exhortación por la liberación femenina de acuerdo al modelo occidental.


Segundo, la promoción de la liberación de las mujeres por parte de los hombres chinos tiene que ver con el estancamiento económico de China. Las familias de clase media tienen dificultades en sustentar a sus miembros. Los hombres se dan cuenta de que no se benefician del confinamiento de las mujeres; en vez, les devasta su economía. Así que defienden la independencia de las mujeres y ven su dependencia económica en los hombres como su peor enemigo. Los hombres chinos alientan a sus hijas a ingresar a escuelas para niñas. Las mujeres más avanzadas reciben entrenamiento profesional, en medicina y ciencias, fuera del currículum regular. Los hombres promueven la educación femenina no por el mejoramiento de las mujeres sino por su propio beneficio. Al graduarse, las mujeres pueden sustentarse por sí mismas convirtiéndose en maestras o en hábiles trabajadoras. Además se les fuerza a sustentar a sus familias. Con sus hijas ahora compartiendo la carga familiar, o incluso tornándose en el principal sustento, los hombres pueden disfrutar más de su tiempo libre o usar su dinero en amantes y prostitutas. Mientras los hombres se consienten con placeres sin restricción, sus hijas sufren de la soledad de la adversidad. Los hombres defienden la independencia de las mujeres por su propio beneficio. Esta es la segunda razón de por qué promueven la liberación de las mujeres.

Tercero, los hombres chinos valoran la familia y tienen grandes expectativas para sus hijos. Sin embargo, no son competentes lidiando con las tareas de ocuparse del hogar y criar los niños todo por sí mismos. Quieren que las mujeres tengan esa responsabilidad. Por lo tanto, la economía doméstica es el tema más popular en las escuelas de niñas en China. Incluso el partido recientemente establecido en China (la Alianza Revolucionaria) ha afirmado que la educación doméstica es el cimiento de toda educación. Está implícito que una mujer civilizada puede manejar su hogar mejor que una mujer retrógrada. De hecho, la familia pertenece al hombre, de modo que cuidar a la familia es como servir al hombre; los hijos también pertenecen al hombre puesto que adoptan su apellido en vez del de la madre. Es por eso que los hombres quieren usar a las mujeres para sus propósitos. En conclusión, las tres razones anteriores demuestran que los hombres toman ventaja egoístamente de la liberación de las mujeres. Afirman que ayudan a las mujeres a obtener su independencia y a volverse civilizadas; sin embargo, prometen a las mujeres la esperanza de la liberación pero en realidad las propulsan hacia las adversidades. En la sociedad tradicional, los hombres tenían un estatus superior a las mujeres pero éstas disfrutaban más de libertad física y de tiempo de ocio; en la sociedad de hoy, los hombres son aún superiores a las mujeres, aunque éstas comparten el trabajo de ellos y éstos comparten el placer de ellas. ¿Por qué habrían de sentirse felices las mujeres por ser usadas por los hombres? Las mujeres necias elogian a los hombres por iniciar la liberación de las mujeres. No se dan cuenta de que están haciendo exactamente lo mismo que quienes elogian encarecidamente a los constitucionalistas del Manchú. Los Manchú han bosquejado una constitución, pero no están dispuestos a garantizar poder político al pueblo. Similarmente, la promoción de la liberación de las mujeres por parte de los hombres no quiere decir que las mujeres obtendrán poder real de parte de los hombres.

No estoy diciendo que los hombres debiesen hacer todo el trabajo, ni tampoco sugiero que los derechos de las mujeres no deban ser expandidos y que las mujeres debiesen realizar sus labores por su propia voluntad. Lo que discuto es: el movimiento de los derechos de las mujeres debiese ser lucha de las mujeres, no ser concedido por los hombres. Si las mujeres reciben órdenes de los hombres, han perdido ya su propia libertad; su las mujeres reciben derechos de los hombres, se han vuelto ya dependientes de los hombres. Cuando la liberación de las mujeres está en poder de los hombres, éstos toman ventaja de ellas y en últimas les subordinan a ellos. Es por esto que defiendo que las mujeres debiesen buscar su propia liberación sin depender de que los hombres se la den. Hoy todas las mujeres chinas miran a los hombres como la respuesta a su liberación. Están dispuestas a tomar el rol pasivo porque carecen de auto-consciencia. Sin auto-consciencia, las mujeres son manipuladas por los hombres e incluso les honran. ¿Acaso no son éstas las más desvergonzadas?

He hablado de las desventajas de la liberación pasiva de las mujeres. Sin dudas, hay algunas mujeres chinas que han ansiado la libertad y la igualdad y no quieren ser restringidas por las tradiciones. Su promoción de la liberación parece ser conducida por su propia voluntad. Sin embargo, necesitamos explorar su verdadera motivación. Lo que realmente quieren es satisfacerse en deseos sexuales irrestrictos en nombre de la libertad y la igualdad. Interpretan estrechamente la liberación como el modo de liberar los deseos sexuales. No comprenden que la verdadera liberación puede solo ser lograda si las mujeres avanzan por sí mismas para la obtención del poder de transformar la sociedad. Cuando las mujeres están solamente interesadas en el amor y el sexo, su espíritu de salvación de la humanidad será reemplazado por los deseos excesivos y por lo tanto su misión no será lograda. Es justificable si la obsesión de las mujeres viene de su búsqueda de amor libre. Pero muy pocas mujeres chinas encajan en esta categoría. Algunas simplemente no pueden resistir la tentación e irán con cualquier hombre; algunas son seducidas y se vuelven decadentes. Algunas comercian sus cuerpos por dinero: o bien hacen dinero por medio de la prostitución o coqueteando con hombres ricos. Deshonrarse por la búsqueda de riqueza es la conducta más degradante. ¿Podemos llamar a tal conducta un acto de libertad? Además, dado que el término “liberación” significaba originalmente ser libre de la esclavitud, ¿cómo podemos hacer una conexión entre prostitutas y mujeres liberadas? Aquellas mujeres confunden liberación con indulgencia sexual, de modo que les es difícil caer en cuenta de que se han vuelto ya las más rebajadas prostitutas.

Hoy las mujeres caucásicas comprenden las desventajas de la desigualdad sexual e identifican la distribución desigual de poder como su origen. Forman organizaciones para luchar por el voto femenino. . .

La mayoría de las mujeres ya son oprimidas tanto por el gobierno como por los hombres. El sistema electoral simplemente aumenta su opresión al introducir un tercer grupo soberano: las mujeres de la élite. Aún si la opresión sigue igual, de la mayoría de las mujeres se aprovecha la minoría de las mujeres…

Cuando unas pocas mujeres en el poder dominan a la mayoría de las mujeres sin poder, comienza a haber diferenciación desigual de clases entre las mujeres. Si la mayoría de las mujeres no quieren ser controladas por los hombres, ¿por qué quieren ser controladas por mujeres? Por lo tanto, en vez de competir con los hombres por el poder, las mujeres debiesen luchar por derrocar la soberanía de los hombres. Una vez que se les quite su privilegio, se volverán un igual con las mujeres. No habrá mujeres sumisas ni hombres sumisos. Esta es la liberación de las mujeres. Esta es reforma radical. ¿Por qué debiésemos contentarnos con el sistema parlamentarios existente y el movimiento por el sufragio como finalidad última? Si tan solo las mujeres interesadas pudiesen transformar su movimiento desde aquel que quiere ingresar al gobierno a aquel que quiere exterminar el gobierno!
天義 Tianyi [Justicia Natural], Vo1.7-10, Sep­tiembre-Octubre de 1907

Peter Zarrow: Hé Zhèn y el Anarco-Feminismo en China (1987)

Traducción al castellano: @rebeldealegre
Qiu Jin (秋瑾)
Artículo original de Peter Zarrow, profesor auxiliar de la Universidad Vanderbilt, “He Zhen and Anarcho-Feminism in China”, donde describe brevemente el movimiento de mujeres de 1907, cuando nace el anarquismo chino, las visiones de los anarquistas sobre la relación entre la economía y la opresión de las mujeres, sobre el rol de la tradición china, y sobre los problemas de la sexualidad y la familia. Además trata sobre la importancia de la liberación de las mujeres para la teoría revolucionaria anarquista.
Hé Zhèn (何震, ca. 1884 – ca. 1920) fue una de las feministas y anarquistas chinas de aquel movimiento. Nacida bajo el nombre de He Ban en Yizheng, Jiangsu, se casó con el connotado erudito Liu Shipei en 1903 y se fue con él a Tokio. Luego adoptó el nombre Hé Zhèn (Hé “Trueno”) pero firmó sus escritos publicados como He-Yin Zhen (何银珍) para así incluir el apellido de soltera de su madre. Publicó una serie de fuertes ataques al poder social masculino en periódicos anarquistas que argumentaban que la sociedad no podría ser libre sin la liberación de las mujeres.
(Ver: "La Liberación de las Mujeres (1907)"  por Hé Zhèn)

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(Las referencias bibliográficas las encuentras al final del artículo original)

Rudolf Rocker: Socialismo y Libertad


Traducción al castellano: @rebeldealegre 
Extracto de un artículo sobre el anarquismo publicado por primera vez en 1937. Fue publicado y editado también para “Anarquismo y Anarcosindicalismo” (Freedom Press).

En Rusia, donde la llamada dictadura del proletariado se ha hecho realidad, las aspiraciones de un partido en particular por el poder político han impedido toda reorganización verdaderamente socialista de la vida económica y han forzado al país hacia la esclavitud de un demoledor capitalismo de Estado. La dictadura del proletariado, que las almas inocentes creen que es una etapa de transición inevitable hacia el Socialismo real, ha resultado hoy en un temible despotismo y en un nuevo imperialismo, que dejaatrás en la nada a la tiranía de los Estados fascistas. La afirmación de que el Estado debe seguir existiendo hasta que la sociedad ya no esté dividida en clases hostiles suena casi, a la luz de la experiencia histórica, como un mal chiste.

Todo tipo de poder político presupone alguna forma particular de esclavitud humana que se pone en marcha para la mantención de éste. Así como hacia el exterior, es decir, en relación con otros Estados, el Estado debe crear ciertos antagonismos artificiales para así justificar su existencia, de igual modo hacia el interior la división de la sociedad en castas, rangos y clases es una condición esencial para su continuidad. El desarrollo de la burocracia Bolchevique en Rusia bajo la presunta dictadura del proletariado – que nunca ha sido más que la dictadura de una pequeña camarilla sobre el proletariado y sobre todo el pueblo ruso – es meramente una nueva instancia de una antigua experiencia histórica que se ha repetido incontables veces. Esta nueva clase gobernante, que hoy se desarrolla rápidamente en  una nueva aristocracia, se separa de las grandes masas de campesinos y trabajadores rusos con tanta claridad como lo hacen las castas y clases privilegiadas de la masa del pueblo en otros países. Y esta situación se torna aún más intolerable cuando un Estado despótico niega la lucha a las clases inferiores para reclamar por las condiciones existentes, de manera que toda protesta se hace a riesgo de sus propias vidas.

Pero incluso un grado muchísimo mayor de equidad económica que la que existe en Rusia no sería garantía contra la opresión política y social. La igualdad económica por sí sola no es la liberación social. Es precisamente esto lo que todas las escuelas del Socialismo autoritario nunca han entendido. En la prisión, en el claustro, o en los cuarteles uno encuentra un grado medianamente alto de igualdad económica, pues a todos los presos se les otorga las mismas viviendas, la misma comida, el mismo uniforme, y las mismas tareas. El antiguo Estado Inca en el Perú y el Estado Jesuita en Paraguay daban igual provisión económica a cada habitante en un sistema fijo, pero a pesar de esto prevalecía ahí el más vil despotismo, y el ser humano era meramente el autómata de una voluntad superior sobre cuyas decisiones no tenía ni la más leve influencia. No fue sin razón que Proudhon vio en un “Socialismo” sin libertad la peor forma de esclavitud. La pulsión por justicia social solamente puede desarrollarse de manera apropiada y ser efectiva cuando nace del sentido de libertad y de responsabilidad de la persona, y se basa en ellas. En otras palabras, el Socialismo será libre o no será. En el reconocimiento de este hecho yace la genuina y profunda justificación del Anarquismo.

El Anarquismo no es la solución patente para todos lo problemas humanos, no es la Utopía de un orden social perfecto (como se le ha llamado a menudo), pues, en principio, rechaza todo esquema e idea absoluta. No cree en ninguna verdad absoluta, o en ninguna meta final definitiva para el desarrollo humano, sino en una perfectibilidad ilimitada de los patrones sociales y las condiciones de vida humana, que siempre están queriendo ir tras más elevadas formas de expresión, y a las que, por esta razón, no se les puede asignar ningún término definitivo ni establecer ninguna meta fija. El mayor mal de toda forma de poder es simplemente que éste siempre intenta forzar la rica diversidad de la vida social hacia formas definitivas y ajustarla a normas particulares. Mientras más fuertes se sienten sus defensores, más plenamente logran llevar toda esfera de la vida social a su propio servicio, más incapacitante es su influencia sobre la operación de todas las fuerzas culturales creativas, más dañino su efecto sobre el desarrollo intelectual y social, y ese es un terrible augurio para nuestros tiempos, pues demuestra con aterradora claridad cuánto puede desarrollarse la monstruosidad del Leviatán de Hobbes. Es el triunfo perfecto de la máquina política sobre la mente y el cuerpo, la racionalización del pensamiento, del sentir y de la conducta humana de acuerdo a las reglas establecidas de los oficiales y, en consecuencia, el fin de toda cultura intelectual verdadera.

Donde la influencia del poder político sobre las fuerzas creativas en la sociedad se reduce a un mínimo, ahí la cultura prospera mejor, pues la soberanía política siempre lucha por la uniformidad y tiende a someter todo aspecto de la vida social a su vigilancia. Y, en esto, se halla a sí misma en contradicciones inescapables con las aspiraciones creativas del desarrollo cultural, que siempre está en busca de nuevas formas y campos de actividad social, y para el cual la libertad de expresión, la multi-lateralidad y el continuo cambio de las cosas, son tan vitalmente necesarios como lo son las formas rígidas, las reglas muertas, y la supresión forzosa de las ideas, para la conservación del poder político.

Toda obra exitosa agita el deseo de mayor perfección y más profunda inspiración; cada nueva forma se convierte en mensajera de nuevas posibilidades de desarrollo. Pero el poder siempre intenta mantener las cosas como están, cuidadosamente ancladas a estereotipos. Esa ha sido la razón de todas las revoluciones en la historia. El poder opera solo destructivamente, siempre inclinado a forzar toda manifestación de la vida social en la camisa de fuerza de sus reglas. Su expresión intelectual es un dogma muerto, su forma física es la fuerza bruta. Y esta des-inteligencia de sus objetivos pone su sello en sus representantes también, y les vuelve frecuentemente estúpidos y brutales, incluso cuando originalmente estaban dotados de los mejores talentos. Aquel que está constantemente luchando por forzar todo hacia un orden mecánico al final se vuelve él mismo una máquina y pierde todo sentimiento humano.

Es de esta comprensión que el Anarquismo moderno nace y traza su fuerza moral. Solo la libertad puede inspirar a las personas a las cosas grandes y traer consigo transformaciones intelectuales y sociales. El arte de gobernar a las personas nunca ha sido el arte de educarles e inspirarles a una nueva formación de sus vidas. La compulsión sombría tiene como mandato solo la rutina inerte, que asfixia toda iniciativa vital en su nacimiento y trae consigo solo sujetos, no personas libres. La libertad es la esencia misma de la vida, la fuerza incitante en todo desarrollo intelectual y social, la creadora de toda nueva mirada hacia el futuro de la humanidad. La liberación de las personas de la explotación económica y de la opresión intelectual, social y política, que encuentra su más alta expresión en la filosofía del Anarquismo, es el primer prerrequisito para la revolución de una cultura social más elevada y de una nueva humanidad.


Errico Malatesta: Sobre el 'Revisionismo Anarquista' [3 de 3]

Traducción al castellano: @rebeldealegre

Un compañero escribe: 'Después de su acto de arrepentimiento en el No. 3 [ver 'Más Pensamientos sobre Anarquismo y Movimiento Obrero'] es su deber decirnos abiertamente cuáles son los medios prácticos para llevar a cabo la revolución. Solo entonces podremos discutir. '

Otro me pide que me 'desabroche'; muchos otros esperan como si hubiese una fórmula mágica para resolver todas las dificultades.

Extraña mentalidad en anarquistas!

Permítanme comenzar diciendo que no he hecho ningún ‘acto de arrepentimiento’. Podría fácilmente documentar que lo que estoy diciendo ahora lo he estado diciendo por años; y si ahora pongo más énfasis en ello y otros prestan más atención que antes, es porque los tiempos están más maduros, en tanto que la experiencia ha convencido a muchos, que antes se regocijaban en aquel bendito optimismo Kropotkiniano – que solía yo llamar ‘providencialismo ateo’ – a bajar de las nubes y a ver las cosas como son: tan distintas de como quisiéramos que fuesen.

Pero dejemos estos recuerdos de interés personal atrás y volvamos al problema general y contemporáneo.

Nosotros, en esta reseña, como nuestros compañeros de otras publicaciones anarquistas, no afirmamos haber preparado una solución pre-empaquetada, infalible y universal a todos los problemas que vengan a la mente. Pero, reconociendo la necesidad de un programa práctico que pueda ser adaptado a las diversas circunstancias que puedan surgir a medida que la sociedad se desarrolla antes, durante y después de la revolución, hemos invitado a todos los compañeros con ideas que presentar y propuestas que hacer a tomar parte en la formación de tal programa. Aquellos, por ende, que sienten que todo ha ido bien hasta ahora y que debemos seguir como lo hemos estado haciendo, necesitan solamente defender su punto de vista, mientras que aquellos que, como nosotros, piensan que necesitamos prepararnos intelectualmente y materialmente para la tarea práctica que le espera a los anarquistas, en vez de esperar pasivamente nuestras palabras debiesen intentar hacer su propia contribución a la discusión donde les interese.

Por mi parte, creo que no hay ‘solución única’ a los problemas sociales, sino mil distintas y variantes, tal como la vida de una sociedad, en el tiempo y el espacio, es diversa y cambiable.

Básicamente todas las instituciones, todos los proyectos, todas las utopías, serían igualmente buenas para resolver el problema, si ese problema se define como satisfacer a un pueblo donde todos tienen los mismos deseos y opiniones y todos viven en las mismas condiciones. Pero tal unanimidad de pensamiento e identidad de condiciones es imposible y, a decir verdad, ni siquiera sería deseable. Y por lo tanto en nuestra conducta actual y en nuestros proyectos para el futuro debemos tener en mente que no vivimos, no hemos de vivir mañana en un mundo poblado exclusivamente de anarquistas. Por el contrario, somos y hemos de ser por largo tiempo una minoría relativamente pequeña. Aislarnos no es, completamente, posible, y aún si lo fuese sería perjudicial para la misión que nos hemos propuesto. Debemos por lo tanto encontrar un modo de vivir entre no-anarquistas en la manera más anárquica posible y para el mejor beneficio posible para nuestra propaganda y para la realización de nuestras ideas.

Queremos hacer la revolución porque creemos en la necesidad de cambio radical y esto, debido a la resistencia de quienes detentan el poder, no puede llevarse a cabo pacíficamente. Creemos en una necesidad de cambio en el orden político y social dominante porque queremos crear un nuevo ambiente social que permitiría la elevación moral y material del pueblo que la propaganda y la educación no pueden crear bajo las circunstancias presentes. Pero no podemos hacer la revolución exclusivamente ‘nuestra’ porque somos una pequeña minoría, porque carecemos del consentimiento de la masa del pueblo y porque, aunque fuésemos capaces, no quisiéramos contradecir nuestros propios fines e imponer nuestra voluntad por la fuerza.

Para escapar de este círculo vicioso debemos entonces contentarnos con una revolución que sean tan ‘nuestra’ como sea posible, favoreciendo y tomando parte, tanto moral como materialmente, en cada movimiento dirigido hacia la justicia y la libertad y, cuando la insurrección haya triunfado, asegurar que el paso de la revolución se mantenga, avanzando hacia cada vez mayor libertad y justicia. Esto no significa ‘colgarnos’ a los otros partidos, sino espolearles a avanzar, de modo que el pueblo sea capaz de elegir entre una gama de opciones. Podríamos ser abandonados y traicionados, como ha ocurrido en otras ocasiones. Pero tenemos que correr ese riesgo si no queremos quedarnos infructuosos y renunciar a la oportunidad de que nuestras ideas y acciones tengan una influencia en el curso de la historia.

Otra observación. Muchos anarquistas, incluyendo algunos de los más conocidos, y añadiría algunos de los más eminentes, que – sea porque realmente lo creen o porque piensan que es útil para la propaganda – han esparcido la idea de que la cantidad de bienes producidos y que están en las bodegas de los terratenientes y propietarios es tan grande que todo lo que se requeriría sería sacar libremente esos suministros. Estos satisfarían ampliamente las necesidades y deseos de todos, y pasaría un tiempo antes que estuviésemos obligados a preocuparnos por problemas de trabajo y producción. Y naturalmente, encontraron personas dispuestas a aceptar esta idea. Desafortunadamente, las personas tienden a evitar el esfuerzo y el peligro. Como los social demócratas que encontraron amplio apoyo convenciendo a las personas de que todo lo que necesitaban hacer para emanciparse era deslizar un pedazo de papel en la urna y confiar su destino a otros, así ciertos anarquistas se han ganado a otros diciéndoles que un día de épica lucha – sin esfuerzo, o solo con el mínimo esfuerzo – será suficiente para poder disfrutar de un paraíso de abundancia y libertad.

Ahora, precisamente lo contrario es cierto. Los capitalistas producen para vender y lucrar; por lo tanto paran la producción cuando se dan cuenta de que están disminuyendo o no hay ganancias. Generalmente tienen mayor beneficio al mantener el mercado relativamente escaso de bienes, y esto se comprueba con el hecho de que una mala cosecha es suficiente para que los productos realmente escaseen o desaparezcan completamente. Se puede entonces decir que el peor daño hecho por el sistema capitalista no es tanto el ejército de parásitos que alimenta sino el obstáculo que representa para la producción de cosas útiles. Los harapientos y hambrientos se deslumbran cuando pasan por las tiendas abarrotadas de bienes de todo tipo. Pero intenten distribuir esas riquezas entre los necesitados y vean cuán poco realmente es para cada persona! El socialismo, en el sentido más amplio del término, la aspiración al socialismo, involucra un problema de distribución, en que es el espectáculo de la miseria de los trabajadores al enfrentarse con la afluencia y el lujo de los parásitos y el asco moral contra la injusticia social patente lo que ha llevado a las víctimas y a todas las personas generosas a buscar e imaginar mejores modos de vivir juntos en sociedad. Pero la consumación del socialismo – ya sea anarquista o autoritario, mutualista o individualista – es predominantemente un problema de producción.

Si no hay bienes no hay para qué hallar mejores modos de distribuirlos y si las personas son reducidas a disputar por una miga de pan, los sentimientos de amor y solidaridad corren el gran peligro de dar paso a una brutal lucha por la supervivencia.

Hoy, afortunadamente, los medios de producción abundan. La ingeniería, la química, la agricultura, etc., han aumentado por cientos el poder productivo del trabajo humano. Pero es necesario trabajar y para trabajar útilmente  es necesario saber: saber cómo debe hacerse el trabajo y cómo puede el trabajo ser organizado económicamente.

Si los anarquistas quieren actuar efectivamente entre los diversos partidos deben profundizar su comprensión del campo de experticia en el que se sienten más aptos, y hacer un estudio de todos los problemas teóricos y prácticos de la actividad útil.
         
Otro punto. Ya no vivimos en un tiempo o en un país en que una familia pudiese contentarse con un pedazo de tierra, una pala, un puñado de semillas, una vaca y unas cuantas gallinas. Hoy nuestras necesidades se han multiplicado y se han vuelto enormemente complejas. La natural distribución desigual de materias primas fuerza a toda aglomeración de mujeres y hombres a sostener relaciones internacionales. La densidad misma de la población humana hace no solo miserable sino completamente imposible vivir una vida de ermitaño – suponiendo que hay muchos inclinados a ello.
Necesitamos importar desde todo el mundo; queremos escuelas, vías férreas, servicios postales y telegráficos, teatros, sanidad pública, libros, periódicos, etc.
Todo esto, el logro de la civilización, puede funcionar bien o mal; funciona principalmente para beneficio de las clases privilegiadas. Pero funciona y sus beneficios pueden, relativamente fácil, ser extendidos a todos, una vez que el monopolio de la riqueza y el poder fuesen abolidos.
¿Queremos destruirlo? ¿O estamos en la posición de organizarlo desde el comienzo de mejor manera? Especialmente a nivel económico, la vida social no permite interrupción. Necesitamos comer cada día; cada día debemos alimentar a los niños, los enfermos, los desamparados; y hay quienes además, después de trabajar duro todo el día, quieren pasar la tarde en el cine. Para suministrar todas estas necesidades impostergables – olvidemos el cine – hay toda una organización comercial que puede que funcione mal, pero que de alguna manera satisface la tarea. Esto debe claramente usarse, privándole tanto como sea posible de su naturaleza explotadora y lucrativa.

Es hora de deshacerse de esa retórica – porque eso es todo lo que es, retórica – que busca resumir todo el programa anarquista en una palabra: ‘Destruir!’

Sí, destruyamos, o busquemos destruir toda tiranía, todo privilegio. Pero recordemos que el gobierno y el capitalismo son meramente las superestructuras que tienden a restringir los beneficios de la civilización a un pequeño número de individuos, y para abolirles no hay necesidad de renunciar a ninguno de los frutos de la mente humana y el trabajo humano. Es mucho más un asunto de qué necesitamos quedarnos que de qué necesitamos destruir.

En cuanto a nosotros, no debemos destruir lo que no podemos reemplazar con algo mejor. Y mientras tanto debemos trabajar en todas las áreas de la vida para el beneficio de todos, incluidos nosotros mismos – rechazando, por supuesto, aceptar o realizar toda función coercitiva. 

Mayo de 1924

Errico Malatesta: Más Pensamientos sobre Anarquismo y el Movimiento Obrero [2 de 3]

Traducción al castellano: @rebeldealegre

Obviamente no he podido hacerme entender con los compañeros de habla castellana, al menos en cuanto a mis ideas sobre el movimiento obrero y sobre el rol de los anarquistas en él.

Intenté explicar estas ideas en un artículo que fue publicado en El Productor el 8 de Enero (un artículo cuyo encabezado ‘El Movimiento Obrero y el Anarquismo’ fue traducido erradamente como ‘Sindicalismo y Anarquismo’). Pero de la respuesta que vi en aquellos números de El Productor que me han llegado veo que no he logrado hacerme entender. Volveré por lo tanto al asunto con la esperanza de mayor éxito esta vez.

El asunto es este: Estoy de acuerdo con los compañeros Españoles y Sudamericanos sobre los fines anarquistas que deben guiar y conformar toda nuestra actividad. Pero no estoy de acuerdo con algunos respecto a que el programa, o bien, la etiqueta, anarquista deba ser impuesta a los sindicatos de trabajadores.

Y respecto a que, si tal programa fallase en tener la aprobación de la mayoría, los anarquistas deban permanecer dentro de la organización más amplia, continuando la propaganda desde dentro y oponiéndose a las tendencias autoritarias, monopolistas y colaboracionistas que son una característica de todas las organizaciones de trabajadores, o separarse de ellas y establecer organizaciones minoritarias, mantengo que ya que la mayoría de los trabajadores no es anarquista, una organización obrera que se ponga tal nombre debe o bien estar compuesta exclusivamente de anarquistas – y por lo tanto ser no más que un simple e inútil duplicado de los grupos anarquistas – o mantenerse abierta a los trabajadores de todas las opiniones. En tal caso la etiqueta anarquista es pura apariencia, útil solo para ayudar a comprometer a los anarquistas a las mil y una transacciones que un sindicato está obligado a llevar a cabo en la realidad de la vida en el presente si desea proteger los intereses inmediatos de sus miembros.

Me he encontrado con un artículo de Diego Abad de Santillán que se opone a esta visión . . . Santillán cree que yo confundo el sindicalismo con el movimiento obrero, mientras que la verdad es que siempre me he opuesto al sindicalismo y he sido un cálido defensor del movimiento obrero. Estoy contra el sindicalismo, tanto como doctrina como práctica, porque me  parece una criatura híbrida que pone su fe, no necesariamente en el reformismo como Santillán lo ve, sino en la exclusividad y autoritarismo clasista. Favorezco al movimiento obrero porque creo que es el modo más efectivo de elevar la moral de los trabajadores y porque, además, es una gran y universal iniciativa que solo puede ser ignorada por quienes han perdido la noción de la vida real. Al mismo tiempo estoy bien consciente de que, haciendo como hace en proteger los intereses de corto plazo de los trabajadores, tiende naturalmente al reformismo y no puede, por lo tanto, ser confundido con el movimiento anarquista mismo. Santillán insiste en argumentar que mi ideal es ‘un movimiento obrero puro, independiente de cualquier tendencia social, y que sostiene sus propios fines dentro de sí mismo.’ ¿Cuándo he dicho yo tal cosa? Sin retroceder – lo que fácilmente podría hacer – a lo que Santillán llama el tiempo prehistórico de mis primeras actividades, recuerdo que ya en 1907, en el Congreso Anarquista de Amsterdam, me encontré cruzando espadas con los sindicalistas de la ‘Carta de Amiens’ y expresando mi total desconfianza hacia las milagrosas virtudes de un ‘sindicalismo que sea suficiente en sí mismo.’

Santillán dice que un movimiento obrero puro nunca ha existido, no existe y no puede existir sin la influencia de ideologías externas y me desafía a dar un solo ejemplo de lo contrario. Pero yo estoy diciendo lo mismo! Desde el tiempo de la Primera Internacional y antes, los partidos – y uso el término en el sentido general de personas que comparten las mismas ideas y propósitos – han buscado invariablemente usar al movimiento obrero para sus propios fines. Es natural que así sea, y yo, como los anarquistas, y creo que Santillán también, no he de desatender el poder del movimiento obrero como medio de acción.

Todo el asunto en cuestión es si se adecua a nuestros propósitos, en términos de acción y propaganda, que las organizaciones obreras estén abiertas a todos los trabajadores, independiente del credo filosófico o social, o si es que éstas deban separarse en distintas tendencias políticas y sociales. Esto es un asunto no de principios sino de táctica, e involucra distintas soluciones de acuerdo al tiempo y al lugar. Pero en general me parece a mí mejor que los anarquistas se mantengan, cuando puedan, dentro de las agrupaciones más grandes posibles.

Escribí: ‘Una organización obrera que se estile anarquista, que fuera y permaneciera genuinamente anarquista y se compusiera exclusivamente de anarquistas acérrimos y convencidos podría ser una forma – en algunas circunstancias una extremadamente útil – de agrupación anarquista; pero ésta no sería el movimiento obrero y carecería del propósito de tal movimiento.’ Esta afirmación, que me parece simple y obvia, deja a Santillán boquiabierto. Se lanza a ella en términos trascendentales, concluyendo que ‘si el anarquismo es la idea de la libertad no puede funcionar nunca contra los fines del movimiento obrero como todas las otras facciones lo hacen.’

Mantengamos nuestros pies firmes en la tierra. ¿Cuál es el propósito del movimiento obrero? Para la vasta mayoría, que no son anarquistas, y que, salvo en momentos excepcionales de elevado heroísmo, piensa más en el momento presente que en el futuro, el propósito del movimiento obrero es la protección y el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores ahora y no es efectivo si sus filas no están abarrotadas del mayor número posible de asalariados, unidos en solidaridad contra los patrones. Para nosotros, y en general para todas las personas de ideas, la principal razón de nuestro interés en el movimiento obrero es las oportunidades que permite para la propaganda y la preparación para el futuro – y aún este propósito se pierde si nos reunimos solamente con personas de ideas afines.

Santillán dice que si los anarquistas italianos hubiesen logrado destruir la Confederación General del Trabajo quizás no habría fascismo hoy. Esto es posible. ¿Pero cómo destruir la Confederación General si la abrumadora mayoría de los trabajadores no es anarquista y mira hacia donde haya menos peligro y la mayor chance de obtener algún pequeño beneficio en el corto plazo?

No deseo aventurarme a ese tipo de retrospectiva que consiste en decir lo que hubiese ocurrido si esto o aquello se hubiese hecho, porque una vez en esa esfera cualquiera puede decir lo que quiera sin temor a ser desmentido. Pero me permitiré una pregunta. Dado que la Confederación General no pudo ser destruida y reemplazada por otra organización igualmente poderosa, ¿no hubiese sido mejor haber evitado el cisma y mantenerse dentro de la organización para advertir a los miembros de la somnolencia de sus líderes? Podemos aprender algo de los constantes esfuerzos hechos por aquellos líderes por frustrar toda propuesta de unificación y por mantener a los disidentes a raya.

Una última prueba de la equivocación de ciertos compañeros españoles al interpretar mis ideas sobre el movimiento obrero:

En el periódico de San Feliu de Guixol, Acción Obrera hay un artículo de Vittorio Aurelio en el que señala:

'Creo que mi misión es actuar dentro de los sindicatos, buscando abrir desde dentro de las organizaciones obreras un camino siempre en ascenso hacia la realización total de nuestros ideales. Y que logremos eso depende de nuestro trabajo, nuestra moral y nuestra conducta. Pero debemos actuar a través de la persuasión, no de la imposición. Por esta razón no estoy de acuerdo con que la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en España deba directamente llamarse anarquista, cuando, desafortunadamente, la inmensa mayoría de sus miembros no sabe lo que esto significa, de qué trata la ideología libertaria. Me pregunto, si los defensores de este argumento saben que los miembros de la organización de trabajadores no piensan ni actúan anárquicamente, ¿por qué esta ansiedad por imponer un nombre, cuando sabemos muy bien que los nombre por sí solos no significan nada?'

Este es precisamente mi punto. Y me pregunto por qué, al decir esto,  Vittorio Aurelio encuentra necesario declarar que no concuerda con Malatesta!

O bien mi estilo de escritura se está volviendo demasiado oscuro o mis escritos están siendo regularmente distorsionados por los traductores españoles.

Marzo de 1926