Traducción al castellano: @rebeldealegre
Publicado originalmente en Pensiero e Volontà, n. 15, 1 de Agosto de 1924
Publicado originalmente en Pensiero e Volontà, n. 15, 1 de Agosto de 1924
La respuesta de Adamas a mi artículo en el n. 13 muestra que no expresé bien mi pensamiento, y me induce a añadir algunas aclaraciones.
Señalé que “el anarquismo individualista y el anarquismo comunista son lo mismo, o muy cercanos, en términos de motivaciones morales y fines últimos.”
Sé que se podría contrariar mi afirmación con cientos de textos y muchos actos de auto-proclamados anarquistas individualistas, lo que demostraría que el anarquismo individualista y el anarquismo comunista están separados por una especie de abismo moral.
Sin embargo, yo niego que tal tipo de individualistas puedan ser incluidos entre los anarquistas, a pesar de su gusto por denominarse así.
Si la anarquía significa no-gobierno, no-dominación, no-opresión del hombre por el hombre, ¿cómo puede uno llamarse anarquista sin mentirse a sí mismo y a los demás, cuando afirma con franqueza que oprimiría a los demás por la satisfacción de su Ego, sin escrúpulo ni límite alguno, mas que aquel que impone su propia fuerza? Podrá ser un rebelde, porque está siendo oprimido y lucha por convertirse en opresor, así como otros rebeldes más nobles luchan por destruir todo tipo de opresión; pero por seguro no puede ser anarquista. Es un aspirante a burgués, un aspirante a tirano, que es incapaz de alcanzar sus sueños de dominación y riqueza por medio de su propia fuerza y por medios legales, y por ende se aproxima a los anarquistas para explotar su solidaridad moral y material.
Por lo tanto, pienso que el asunto no se trata de “comunistas” e “individualistas”, sino de anarquistas y no-anarquistas. Y nosotros, o al menos muchos de nosotros, estuvimos muy equivocados al discutir cierto tipo de supuesto “individualismo anarquista” como si realmente fuese una de las diversas tendencias del anarquismo, en vez de combatirle como uno de los muchos disfraces del autoritarismo.
Sin embargo, Adamas dice, “si se desnuda al anarquismo individualista de todo lo que no es anarquista, no queda anarquismo individualista alguno”. No estamos de acuerdo en esto.
Moralmente, el anarquismo es suficiente como tal; pero para ser traducido a hechos requiere de formas concretas de vida material, y es la preferencia por una u otra forma lo que distingue a las diversas escuelas anarquistas de pensamiento.
En el ambiente anarquista, el comunismo, el individualismo, el colectivismo, el mutualismo y todos los programas intermedios y eclécticos son simplemente los modos considerados como mejor para alcanzar la libertad y la solidaridad en la vida económica; los modos que se cree corresponden con más cercanía a la justicia y la libertad para la distribución de los medios de producción y de los productos del trabajo entre los hombres.
Bakunin fue un anarquista, y era un colectivista, un enemigo declarado del comunismo pues veía en él la negación de la libertad y, por lo tanto, de la dignidad humana. Y con Bakunin, y por largo tiempo después de él, casi todos los anarquistas españoles fueron colectivistas (propiedad colectiva de la tierra, de las materias primas y de los medios de producción, y asignación de todo el producto del trabajo al productor, tras descontar la contribución necesaria para las cargas sociales), y sin embargo se cuentan entre los más conscientes y consistentes de los anarquistas.
Otros por la misma razón de la defensa y la garantía de libertad se declaran individualistas y quieren que cada persona tenga como propiedad individual la parte que le toca de los medios de producción y por lo tanto la libre disposición de los productos de su trabajo.
Otros inventan sistemas más o menos complicados de mutualismo. Pero a la larga siempre es la búsqueda de una garantía más segura de libertad el factor común entre los anarquistas, y lo que les divide en distintas escuelas.
Nosotros somos comunistas, porque creemos que un modo de vida social basado en la hermandad, sin oprimidos ni opresores, puede ser logrado mejor por medio de una solidaridad libremente establecida y de una libre cooperación en el interés de todos, apuntando a la satisfacción más plena posible de las necesidades de todos en vez de al derecho a una recompensa mayor o menor.
Nosotros creemos que la distribución de los medios naturales de producción y la determinación del valor de cambio de las cosas, ambos necesarios en todo sistema excepto el comunismo, difícilmente podría lograrse sin lucha e injusticia, lo que podría eventualmente terminar en el establecimiento de nuevas formas de autoridad y de gobierno. Por otra parte, admitimos sin reparos el peligro que involucra intentar aplicar el comunismo antes que el deseo y la consciencia de éste estén profundamente arraigados, y en mayor grado que lo permitido por las condiciones objetivas de la producción y las relaciones sociales: una burocracia parasitaria podría nacer, que centralizaría todo en sus manos y se convertiría en el peor de los gobiernos.
Por ende seguimos siendo comunistas en nuestro sentimiento y aspiración, pero queremos dejar libertad de acción a la experimentación de todos los modos de vida que puedan imaginarse y desearse.
Para nosotros, es necesario y suficiente que todos tengan completa libertad, y que nadie pueda monopolizar los medios de producción y vivir del trabajo ajeno.
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Adamas habla además de la necesidad de “un movimiento organizado, homogéneo, continuativo, conectado para una acción común de lucha y demanda”. Dice también que nuestra propaganda en hechos no debe consistir en “posponer la acción, iniciativa, organización, etc. hasta que todos quienes se llaman anarquistas concuerden en lo que se ha de hacer. En vez, nosotros mismos quienes ya concordamos, debemos tomar acción inmediata, de acuerdo a nuestros programas generales y tácticos, sin contenernos por un temor absurdo a herir los sentimientos de quienes disienten y que pertenecen a las diversas fracciones y tendencias”.
Concuerdo perfectamente con él; sin embargo, creo que está equivocado cuando piensa que los “individualistas” tienen la culpa de que lo que él desea no haya sido hecho hasta ahora, o haya sido hecho insuficientemente y mal.
En mi opinión, la culpa la tiene un estado mental de los anarquistas, que deriva de ideas erradas difundidas desde los orígenes de nuestro movimiento, que les hizo oponerse a todo plan práctico de acción. Tales errores dependen de una especie de providencialismo natural, que condujo a creer que los eventos humanos ocurren automáticamente, naturalmente, sin preparación, sin organización, sin planes preconcebidos. Tal como muchos de nosotros piensan que la revolución vendrá por sí misma, cuando llegue el momento oportuno, por la acción espontánea de las masas, así también ellos piensan que después de la revolución la espontaneidad popular será suficiente para todo y que no habrá necesidad de prever y preparar nada. Esta es la razón de los males señalados por Adamas, no los “individualistas”, que han sido siempre una minoría muy pequeña entre nosotros, después de todo, generalmente sin crédito y sin influencia.
La máxima “la anarquía es el orden natural”, que, en mi opinión, es diametralmente opuesta a la verdad, no fue inventada por los individualistas!
En fin, podemos hablar de esto en alguna otra oportunidad.